El fútbol guatemalteco estancado y los ticos atascados de dinero.

 

Que Guatemala se convierta en el imán que atrae a futbolistas y técnicos costarricenses tiene una pieza angular: condiciones económicas incomparables en relación con el mercado nacional.

 

 

Que Guatemala se convierta en el imán que atrae a futbolistas y técnicos costarricenses tiene una pieza angular: condiciones económicas incomparables en relación con el mercado nacional.

 

Cuatro directores técnicos, trece jugadores en la máxima categoría y tres en la división de ascenso componen hoy el pelotón de ticos, en el balompié de aquel país.

“Guatemala es una plaza que genera mucho dinero para jugadores ticos”, explica Francisco Aguilar, periodista de Guatevisión.

Agrega, “los futbolistas costarricenses pueden estar ganando mensualmente entre $5 mil (¢2.5 millones) y $12 mil (¢6 millones), mientras, el sueldo tope de los entrenadores bien puede llegar hasta los $20 mil (¢10 millones) depende del club que dirija”.

Sin mencionar cifras exactas, citó a Rónald González (Comunicaciones) como el mejor remunerado, seguido de Hernán Medford (Xelajú), tercero Javier Delgado (Municipal) y de último Mauricio Wright (Malacateco).

Eddy Recinos, reportero del díario Prensa Libre, reitera que los mejores salarios se dan en clubes como Municipal y Comunicaciones, pues “manejan muy buenos ingresos de patrocinadores aparte de que son considerados los dos equipos de mayor historial”.

Casa, carro y salario…

“En mi caso me vine por la parte económica. Para nadie es un secreto que este fútbol paga mucho mejor que el de Costa Rica. Mi equipo es estable, no hay atrasos ni quedan mal con los pagos”, indicó a Al Día, Yosimar Arias, quien juega en el Municipal.

Su compañero de equipo, Saúl Phillip, afirmó: “económicante el jugador costarricense es bastante valorado porque aporta calidad y hace las cosas bien.

En general, aquí se paga mejor que en Costa Rica. Podría decir que el doble de lo que se gana allá”, insistió Phillip.

Hernán Medford, timonel del Xelajú, declaró que “uno gana bien, no para hacerse millonario pero sí para tener tranquilidad”.

Y justificó el ingreso. “Aquí reconocen la calidad y saben que para tener resultados hay que invertir”, dijo.

Dependiendo del club, entre los beneficios que se incluyen, a los ticos se les da un departamento y un vehículo. “En mi caso sí me dan casa y carro, pues así está estipulado”, detalló Arias.

Además, una de las ventajas extra de gozar de un salario alto es que el costo de la vida en territorio guatemalteco es más bajo en relación con nuestro país.

“Aquí es mucho más barato y por razones lógicas la plata rinde más”, añade Medford.

Su equipo es el de mayor presencia de jugadores nacionales. Están Allan Alemán, Alejandro Alpízar, Edgar Greaves y los veteranos Fernando Patterson y Sergio Morales.

“Xelajú ha sido pionero en la contratación de costarricenses. Desde que Marvin Rodríguez lo hizo campeón en 1996, los demás clubes volcaron la mirada al fútbol de ustedes, pues creen en el potencial de sus jugadores”, dijo Hugo Siliezar, reportero del programa Gol Chivo.

Como antecedente, el “boom” de ticos en Guatemala se dio para la temporada de 1998. Según datos del periodista e historiador Rodrigo Calvo, en octubre de ese año militaban 37 hombres entre los clubes de Primera y Segunda.

Armados al estadio

En Guatemala no todo es color de rosa. Parte de la realidad a la que se enfrentan los entrenadores y futbolistas costarricenses implica visitar regiones marcadas por la violencia y el narcotráfico.

Una de las zonas más peligrosas es donde juega el Deportivo Heredia, club del departamento de Izabal cerca de la frontera con Honduras y un reconocido corredor para el trasiego de drogas.

“Ahí es muy normal que antes del partido, algún dirigente se meta al camerino de los árbitros y los amenace con un arma. Es por eso que casi nadie gana, si se saca un empate es mucho. Hay que salir tragándose las derrotas aunque sean injustas”, explicó un periodista guatemalteco que por razones de seguridad pidió reservar su nombre.

Según detalló “el entrenador no puede ni salirse del banquillo, lo mejor es quedarse quieto y no alegar”.

Otra cancha complicada es la del Peñarol La Mesilla en Huehuetenango, limítrofe con México.

“Es prácticamente una aldea con gente de mucho billete, la tensión crece cuando llegan los equipos grandes como Municipal, Comunicaciones y Xelajú. Los locales les quieren ganar como sea”.

Una tercera ciudad con tintes peligrosos es Malacatan donde juega el Malacateco del técnico costarricense Mauricio Wright.

“Como también es cercana a México mucha gente anda armada y tiene “pisto” de dudosa procedencia”, concluyó.

fuente: http://www.aldia.cr/

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